¿Qué es el Conflicto?
Podemos entender el conflicto
desde diversas perspectivas. Según la RAE, conflicto es "combate, lucha,
pelea", así como "problema, cuestión, objeto de discusión",
entre otras acepciones. Nosotros lo entenderemos como la situación generada por
la confrontación de intereses entre partes enfrentadas, quedando definidas
dichas partes por un trabajador o grupo de estos, representantes de los
trabajadores u organizaciones sindicales, y la otra por empresas o patronal.
En nuestra vida diaria no siempre
coinciden nuestros intereses con los de los demás. Los conflictos se dan en el
ámbito familiar, en el de las amistades, en el entorno laboral, entre empresas
o entre estados. Las posibilidades de que se produzcan conflictos aumentan si
hay interdependencia en las actividades que se realizan, si se comparten
recursos o si hay una incompatibilidad en los objetivos.
Por tanto es importante que
aprendamos a identificar, prevenir y resolverlos conflictos, utilizando
herramientas como las siguientes:
- Habilidades sociales. Las personas que ejercitan estas capacidades en sus relaciones tienen menos posibilidades de que los conflictos se conviertan en problemas, son más hábiles para buscar soluciones.
- La influencia, la autoridad o el poder. Piensa en los padres, los profesores o los jefes como personas que ostentan estas cualidades y las usan para la gestión del conflicto en cualquier momento de éste.
- Negociando. Más adelante entraremos en más profundidad en este aspecto.
Agresividad y Frustración como respuesta al conflicto
De Santi Bianchi en Flickr CC
La frustración es el sentimiento de incapacidad y
disminución de la autoestima por un obstáculo que nos impide
alcanzar un objetivo o meta. Esos obstáculos pueden ser externos, morales o
personales. Algunas personas ante la frustración reaccionan perseverando (lo
cual es positivo si se han sopesado debidamente los pros y los contras), otras
cambian el objetivo y otros acaban agrediendo.
La agresividad es la ejecución de acciones que, consciente
o inconscientemente, pretenden provocar daño, ya sea psicológica
y/o físicamente. Pero hemos de considerar la agresividad consecuencia de la
frustración como algo normal, que le pasa a cualquier ser humano que no ha
podido conseguir algo; el problema es encauzarla hacia actividades que no
provoquen daño alguno, ni a nosotros mismos ni a los demás.
Ante un conflicto, se proponen entre otras, las
siguientes actitudes:
empatía, creatividad, asertividad, escuchar activamente, serenidad, respeto,
buena educación, cuidado lenguaje corporal, mantener un tono cordial, ver los
conflictos como algo normal o distinguir "lo que querrías" de
"lo que puedes conseguir".
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